Jah, es la fuerza que nos creo, nos hizo independientes y nos dio la facultad de decidir entre el bien y el mal, nos puso el amor por un lado y la codicia y avaricia (reflejada en bienes materiales mayormente) por el otro. Nos dio la libertad de decidir qué hacer, y nos la da día a día cuando tenemos por un lado un hermano que pide limosna (cosa frecuente en un país dónde mas del 50 % es pobre) y por otro lado un paquete de cigarrillos, o algún tipo de consumismo que mas que seguro es nocivo.
Es ahí dónde el hombre debe decidir entre el sentimiento original (el amor y la bondad) o entre Babilón, que nos impulsa a consumir compulsivamente y nos hace creer que NECESITAMOS la revista de moda, el celular último modelo, la ropa de marca, y todo lo que se puede ver en las publicidades (las cuales están hasta en la sopa). A esto lo denomino “necesidades creadas” y son lo que nos aleja de nuestra propia humanidad, o mejor dicho, nos acerca a la parte mas oscura de nuestra humanidad.
Con esto no quiero decir que no hay que consumir, porque como todos sabemos, rasta se nutre de Babilón y Babilón es consumo, pero no hay que consumir el cigarrillo para parecer mas adulto, tampoco hay que consumir ropa porque sea de una marca en la cual aparece alguna actriz famosa promocionándola con tal de lograr ser la sombra de ella. No consumir es imposible, consumir con conciencia es posible, hay que consumir lo que a uno le gusta por esencia, con lo que uno se siente cómodo, lo que a uno le llega, lo que a uno lo identifica, no por “querer ser” sino por “ser”, y lo que uno siente que es necesario, no lo que es necesario para sentirse aceptado.
En Babilón nadie es aceptado, y cuando se llega a ser aceptado, sale a la venta algo mas exclusivo que hace que prostituyas tus ideales para conseguirlo. Entonces hay que aceptarse uno mismo y lograr evadir las opiniones de Babilón logrando crear una conciencia basada en el amor y en la ayuda al prójimo.